Monday, November 19, 2012

Amores sanos, amores insanos



Un estudio ha demostrado científicamente que el estado de enamoramiento hacia una misma persona puede mantenerse décadas. Después de practicar diversas resonancias magnéticas a 17 personas que aseguraban amar a su pareja como el primer día, –aunque llevaban una media de 21 años junto a ella-, se comprobó que, efectivamente, ante la imagen de la persona amada, a estas personas se les activaban las mismas zonas del cerebro que a los jóvenes estudiantes que estaban enamorados desde hacía menos de dieciocho meses.
Este estudio, que rompe muchos esquemas y despertó la envidia incluso de los mismos investigadores, concluye que estas parejas maduras enamoradas a pesar del paso del tiempo tienen las siguientes características en común:
- Buenas aptitudes de comunicación para resolver conflictos sin generar tensión adicional.
- Una vida sexual activa y satisfactoria.
- Realizar actividades nuevas que supongan un reto.
- Celebrar juntos los éxitos del otro.
Además ninguno de los miembros de estas parejas había sufrido grandes causas de estrés (enfermedad de un familiar, pobreza o conflictos profesionales) ni tampoco había padecido ansiedad o depresión.
Parece pues que el amor sano puede perdurar aunque requiera importantes ingredientes para lograrlo. Uno de los grandes pilares del amor sano -como ya señala este estudio- es sin duda una comunicación libre, sincera y abierta. ¿Qué significa? Significa la proeza de llegar a vaciarse para así ver de verdad al otro, vaciarnos del pasado, de posibles expectativas e idealizaciones, en definitiva vaciarnos más del “yo” para poder integrar el “tú”, algo a lo que la sociedad de hoy en día nos tiene poco acostumbrados.
La importancia de la escucha
Esta comunicación requiere una escucha auténtica. No se trata de callar aprovechando para pensar mejor cómo contraatacar, se trata de buscar los puentes que puedan salvar la enorme distancia que separa dos seres con vivencias distintas, educaciones distintas, impulsos diferentes… Esta comunicación necesita también que cada uno de los miembros de la pareja pueda decir “sí” o “no” con completa libertad, tenga la valentía de mostrar fortaleza, de descubrir su debilidad, reunir el coraje de expresar cuál es su necesidad, qué es lo que se espera de esta relación, qué está dispuesto a dar y a qué no va a renunciar.
Esta comunicación sincera y abierta es la base para negociar un proyecto de vida común, para superar los conflictos, pero también constituye el pilar de la sexualidad. A menudo la sexualidad desaparece tras una larga lista de asuntos pendientes de expresar.
La ternura constituye otra forma de comunicación que abre puertas hacia el otro y que favorece la intimidad. «En una relación de pareja el cuerpo cuenta porque tiene una memoria específica y un lenguaje propio y lo sexual representa la posibilidad de comunicar lo que no puede expresarse mediante las palabras», según afirma la terapeuta gestalt Suzy Stroke.
Los éxitos del otro
El estudio resalta la capacidad de estas parejas para celebrar juntos los éxitos del otro. Cuando estamos en pareja, ¿deseamos siempre la felicidad del otro? ¿O más bien nos preocupamos más de que el otro nos haga felices? Y no es que sea reprochable, pero como escribe André Compte-Sponville, “el amor es la alegría de que el otro exista”. Y ver a nuestra pareja feliz debería aumentar esta alegría cuando el amor sigue presente y no ha sido vencido por el egoísmo, el miedo o la lucha de poder.
Pero ninguno de estos ingredientes tiene relevancia si no existe previamente una relación de igualdad.
Como asegura el poeta libanés Khalil Gibrán, la pareja, “al igual que las columnas que sostienen un templo, debe estar unida en lo alto pero cada uno permanecer firme y separado en su base”. Porque cada persona es un ser completo por sí mismo y, si es adulto, no depende de nadie más que de sí mismo. Porque nadie puede ni debe hacerse responsable de la vida de otro, porque nadie puede salvar a nadie.
Además de la igualdad, cuenta la reciprocidad: para que una relación perdure debe reinar cierto equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe. Así lo asegura Bert Hellinger, psicólogo sistémico, creador de la técnica de las Constelaciones Familiares: “si el desequilibrio perdura yo me acabaré yendo porque no te puedo devolver lo que he recibido o tú te me dejarás porque te cansarás de dar”.
Hellinger también plantea lo siguiente ante un problema de pareja: «Si tienes pareja, mírala y dile: ‘Sí, te quiero tal como eres, exactamente tal como eres. Y soy feliz contigo exactamente tal como eres. Y digo sí a tu madre tal como es, exactamente tal como es. La quiero a través de ti y respeto su grandeza porque fue quien te dio la vida. Y lo mismo con tu padre. Y miro a tu familia y le digo sí a tal como es y a todo lo que ocurrió exactamente tal como ocurrió». ¿Cuántas personas se atreven a dar el paso hacia este sí? Se trata del sí que da coherencia a la vida de pareja, un sí de entrega total, en lugar del si condicionado más habitual hoy en día.